Ella escribía sin tinta, sus palabras nunca fueron leídas, ni su voz fue escuchada. Es una soñadora que vive en sueños y nada en palabras.

jueves, 27 de febrero de 2014

Presión sobre mis hombros.

Okay, empecemos. 
Este mes tuve muchísima presión en mis hombros (como habrán notado por el título). Dirán que es una estupidez, pero a la vez no lo es. Tuve que rendir 2 materias (Historia y Matemática). Ya había pasado de año pero tenía que aprobar estas dos materias. Cuando volví de mis vacaciones (último día de enero, principios de Febrero), tuve que ponerme a estudiar seriamente. Mi padre me puso un incentivo: el Lollapalooza. Les explico: el Lollapalooza es un festival de música especialmente rock, electrónica y un poco de pop (en este festival tocan bandas que amo, como Imagine Dragons, que es de mis bandas favoritas). Entonces, mi padre compró 3 entradas (para invitar a una amiga). Más presión. Recapitulando, si no aprobaba AMBAS materias, no iría al festival, él vendería las entradas y mi amiga y yo nos quedaríamos sin ir. 
Entonces, con esta presión (además de la presión-de-aprobar-porque-te-mato de parte de mi madre especialmente), me puse a estudiar. Todos los días a la mañana iba a una profesora particular para que me ayudase con Matemáticas y luego estudiaba a la tarde Historia. Rendía el 19 de Febrero matemática y el 25 de Febrero historia (lo sé, hace un par de días). 

19 de Febrero: Día de Matemáticas.
Para este día, no estaba tan nerviosa y entrada en pánico como pensé que estaría. Me sentía segura de que iba a aprobar y que estaría todo bien. Pues no lo estaba. En el momento en que me entregaron el examen para comenzar y vi los ejercicios, entré en pánico. Un GRAN pánico. Había dos ejercicios que no recordaba cómo hacer y allí se fue todo a la mierda. Luego de como 1 hora (más o menos) de hacer el examen, entregué, resignándome al fracaso. Esperé aproximadamente una hora y media hasta que me llamaran para ver los resultados. Había aprobado. HABÍA APROBADO. En cuanto vi ese glorioso 4 (las materias previas las aprobamos con 4 para arriba) me sentí en el suelo. Afuera del aula estaba mi amiga (mi parabatai, si alguien entiende, mi mejor amiga) y salí y nos abrazamos. Estaba a sólo un paso del festival. Estaba TAN feliz.

25 de Febrero: Día de Historia.
Ese día juro por el Ángel que no podía con mi vida. Había pasado una semana desde que había rendido Matemáticas y desde ese momento, había estado todo el tiempo estudiando. El día anterior había entrado en un pánico pequeño (caminando por todo el departamento, contando mis pasos-que terminaron siendo 250-para calmarme) pensando que si desaprobaba, no sólo decepcionaría a mis padres, a mi amiga, y a mí misma. Y luego llegó la desastrosa mañana del 25. Me desperté angustiada, entrada en un pánico mayor, MUCHO MAYOR. De tan nerviosa que estaba, me había olvidado mi teléfono celular en mi casa. Perfecto. Llegué allí y de los, supongo, 10 que teníamos que rendir, nos presentamos sólo 4 (de las cuales, una entregaba en blanco). Mi mayor temor era olvidarme de todo lo que había estudiado en cuanto viese la prueba. Y lo peor seguía: mi nombre no estaba en la lista. Es así: cuando uno se presenta en las mesas de examen, el profesor tiene un acta (una hoja) con los nombres de los alumnos que tiene que rendir, los que no aprobaron. En ese aula, estábamos los de 4° y los de 5° que nos habíamos llevado la materia. El profesor nombró a todos los de mi curso (4°) y luego a los de 5°, pero nunca me nombró a mí. En cuanto le dije que no me había nombrado, me dijo que fuese a resolverlo yo en la dirección. Muy bien, salí del aula y fui a resolver todo eso. A los 15 minutos, ya estaba volviendo. Entré y el profesor me entregó la hoja para copiar las consignas, eran 10. En cuanto terminé de copiarlas, devolví la hoja y me puse a desplegar mis conocimientos. Sabía todo. No lo podía creer. Mis dos compañeras restantes habían terminado y a los 10 minutos, entregué yo. Salí del aula y me encontré con ellas. Nos dispusimos a hablar sobre nuestras respuestas a unos metros del aula. Luego de unos 5 minutos de charla, salió el profesor, se acercó a mí y me dijo "excelente examen, váyase". EXCELENTE EXAMEN. Terminó de decir esas palabras y salí corriendo a abrazar a alguien (por suerte, había una amiga allí). No podía estar más feliz. Luego, fuimos al baño y cuando salí, estaba mi Parabatai del otro lado del salón. Me vio y empezó a correr y gritar hacia mi dirección. Nos abrazamos muy, muy, MUY fuerte. IRÍAMOS AL FESTIVAL.

Ahora, viendo cómo reaccioné, me siento una idiota. No hay que temerle a un examen (a menos que este dependa si pasas o no al siguiente curso, o tu entrada a algun lugar), es sólo un papel y un número. Eso, en la secundaria, no definirá tu vida (aunque a veces si, pero no importa). Lo mejor de haber aprobado, fue sacarme esa presión de los hombros. Lo juro, el 25 se me fueron 8935762456243 kilos de la espalda, realmente pesaba. 
Bien, para cerrar, VOY AL LOLLAPALOOZA. CON MI MEJOR AMIGA. Y mi papá. VOY A VER A UNA DE MIS BANDAS FAVORITAS. ESTOY FELIZ. 

Me alegro poder decir, gritar "SOY FELIZ".
Soy realmente feliz por todo. 



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